VII Encuentro Ibérico de Teatro Playback

Celeste Caeiro trabajaba en un restaurante lisboeta que decidió celebrar su primer año de actividad, el día 25 de abril de 1974, distribuyendo claveles rojos a su clientela. Al llegar al restaurante para trabajar por la mañana, se encontró con los tanques de guerra (las chaimites) de la revolución en curso y fue fácil darse cuenta de que el restaurante no podría funcionar normalmente ese día. Celeste se quedó con los ramos de claveles y comenzó su regreso a la habitación donde vivía, en Chiado. Al acercarse a uno de los tanques, preguntó qué estaba pasando, a lo que un soldado le respondió: «¡Esto es una revolución!». El soldado le pidió también un cigarrillo, pero Celeste no tenía ninguno y, en su lugar, acabó dándole lo único que tenía para ofrecer: claveles rojos. El soldado aceptó y puso la flor en el cañón de su rifle. Inspirada por ese momento, Celeste fue distribuyendo los claveles que tenía a los soldados que iba encontrando, que repetían el gesto inicial de colocar los claveles en los cañones de sus armas.